El pasado domingo, el presidente de la Nación abrió el período de Sesiones Ordinarias en el Congreso y tuvo un discurso que intentó ser conciliador. No hubo demasiadas críticas hacia la gestión anterior de Mauricio Macri, más allá de las acusaciones por la toma de deuda y, por el contrario, su alocución tuvo el objetivo de acercar posiciones.
Sin embargo, el tema más conflictivo que tocó Alberto Fernández fue el del proyecto del aborto, el cual confirmó que tiene pensado enviarlo para su tratamiento en ambas cámaras en las próximas semanas. De esta forma, despejó todo tipo de dudas y marcó su posición al respecto con un tema tan sensible que abre una nueva grieta en la sociedad.
La interrupción voluntaria del embarazo tiene en cantidades iguales partidarios que la rechazan como personas que lo piden a gritos. En este contexto, el mandatario decidió escuchar a una de esas expresiones y optó por su legalización. Mientras tanto, desde Juntos por el Cambio pidieron que antes de que se debata, se realice una consulta popular
Lo cierto es que este rumbo podría generarle un conflicto a Alberto con uno de sus principales aliados. A pesar de que no recibió el apoyo explícito por parte de la Iglesia durante la campaña, siempre se supo que el Papa Francisco le había dado el visto bueno, algo que se confirmó a los pocos días de la asunción cuando lo recibió en la sede de Vaticano.
Desde la institución católica se han manifestado en contra también en la anterior oportunidad cuando se trató el proyecto durante el gobierno de Macri. Sin embargo, en esta oportunidad, una decisión de esta naturaleza podría generar un quiebre en la relación que tiene el presidente, no solamente con el Sumo Pontífice, sino también con sus representantes en Argentina.
A diferencia del debate anterior, ahora hay un claro posicionamiento por parte del Ejecutivo. Si bien, el ex presidente habilitó su tratamiento en el Congreso, no se expresó de forma tan tajante como si lo hizo Fernández en su discurso de apertura de sesiones y como lo viene haciendo desde la campaña electoral, aunque algunos pocos creían que esa idea se iba a hacer efectiva.
Lejos de oír las advertencias de la Iglesia, el Ejecutivo está dispuesto a perder un apoyo fundamental para los primeros años de gestión a costas de la aprobación de la interrupción voluntaria del embarazo. En su primer gran discurso del año, Alberto ya eligió el pañuelo verde, aunque todavía resta saber cuál será la reacción del colectivo pro vida.