En conversaciones con amigos profesionales sobre los reclamos, muchas veces elevamos notas, realizamos reclamos formales a entidades, participamos en reuniones de acuerdos, presentamos solicitudes, realizamos viajes a Posadas, ida y vuelta, etc. Muchas horas de gestión, pero sin embargo, hay algo que realmente mueve a los funcionarios, quizá lo único: las noticias en las redes sociales. En una provincia casi feudal, donde el gobierno provincial maneja casi todos los medios, ver Canal 12 es como ver «Alicia en el País de las Maravillas». El alicaído diario decano, otrora un importante medio de noticias, ha perdido casi el 70-80% de su credibilidad, atrapado en el vórtice de la pauta oficial. En fin, los consumidores no tenemos dónde informarnos ni dónde reclamar.
En este aspecto, hay algo que no pueden controlar: las redes sociales, que sin duda tienen un alto impacto, no solo como plataforma de quejas a empresas privadas, sino también al propio gobierno. En estos tiempos, los funcionarios están en modo «figuretti» hasta para plantar un árbol verde o un árbol androide, pintar cordones con látex, parchar baches e inaugurar una canilla, etc. Exponer de forma inteligente y tragicómica algún problema comunitario permite que el reclamo se viralice, logrando un alcance inusitado. Todos contamos con algún tipo de red social y una amplia red de contactos, lo que permite difundir reclamos que dañen la imagen de cualquier funcionario.
Al margen del poder adquisitivo o de la organización o absolutismo estatista, siempre hay una persona encargada de dar seguimiento a las redes sociales, y es cuando estos «chubascos de agua caliente» les caen con todo su peso. Un ejemplo de esto fue el pasacalle que instaló un vecino, con su propio dinero, en el único camino de Puerto Piray hacia Colonia Laharrague/Guaraypo, una población totalmente aislada. Este pasacalle, que exponía lo que se ve en la foto, tuvo un alcance inusitado. Como reza el dicho, «nunca se hizo tanto en tan poco tiempo». Sorpresivamente, al mes de haber instalado ese pasacalle como una catarsis de frustración (en Misiones decimos “pichadura”) después de meses de reclamos, ha dado frutos.
Es por ello que se habla en voz baja de que se está por activar la industria de los pasacalles, pues hay casi una emergencia vial en todo el norte del arroyo Garupá. Hay puentes rotos desde hace años, como el puente sobre el arroyo Piray Mini, en el paraje Cuatro Puentes, que hace un par de años está casi derrumbado. Los intendentes locales y Vialidad únicamente «echaron una carga de tierra para inhabilitar el paso». Podría ser el próximo destino de un ingenioso pasacalle, que, aun con la simpleza y el trazo amateur de un colono frustrado, dio resultados.
La comunicación social muestra que, al día de hoy, impacta más un humilde pasacalle hecho con pincel a brochazos por un colono que las onerosas gigantografías de vinilo a todo color que cubren masivamente los laterales de la Ruta 12, con modernos logotipos y primer plano de gente feliz, tratando de convencernos de que vivimos en una provincia Start Up.
Marcelo Marek – Profesor Universitario