El domingo al amanecer, el centro de la ciudad fue testigo del último adiós de Jose Espindola «Pato», el canillita o vendedor de diario, deja su lugar, su esquina, donde compartió durante 20 años, con cientos de personas, clientes, amigos o simplemente un conocido. «Llego el momento de descansar, lo tomo bien, acá me pase diviertiendome» dice sonriente.
No recuerda el primer día de su trabajo, pero comenzó a raíz de la necesidad, «nunca pase mal, siempre estuve tranquilo, aprendí mucho en la calle… la calle te enseña, me hice de muchos amigos, nunca hice comparación, siempre fui con todo igual, sea rico o pobre…». Jose tiene 70 años, esta jubilado, desde joven vino del Paraguay (Villarica) «la gente siempre se porto bien conmigo, llevo eso en mi recuerdo, lo mejor».
Un hombre se acerca, conocido, lo abraza…»te voy a extrañar amigo», Jose se emociona, pero rápidamente disimula y vuelve a contar ciertas anécdotas. «No creo, no voy a extrañar», se resiste, pero en el fondo de su alma, se desvela un dejo de tristeza y emoción. Hasta siempre José y a disfrutar de la vida, quien sabe si mañana no vuelve a vociferar «diariooo, diariooo».