En una semana trágica para Misiones, tres personas han perdido la vida en incidentes directamente relacionados con el contrabando que asola las rutas provinciales. La reciente muerte de un suboficial de Gendarmería Robert Barreto, de 31 años, arrollado por una camioneta repleta de cigarrillos de contrabando sobre la ruta 103, en el acceso al Parque Temático de La Cruz, a unos 45 kilómetros de Posadas. En ese lugar se había instalado un retén del Escuadrón 11 de Gendarmería para un control de rutina.
En otro hecho que conmociona a la Ciudad de Eldorado, que ocurrió este domingo, Brian De Jesús Insfrán, de 25 años, que conducía un Peugeot 307, perdió la vida en la Ruta Provincial N.º 17 junto a su acompañante, Daiana Thalía Quintana, de 23 años. Ambos habrían sido embestidos por una camioneta Toyota Hilux con patente brasileña, cuyo conductor se dio a la fuga y es buscado por la Policía. Esto dos hechos ocurrieron en una semana, expone la grave realidad que enfrenta la provincia: rutas peligrosas, controles insuficientes y un tráfico ilegal cada vez más violento.
Estos hechos no solo afectan la seguridad vial, sino que revelan una problemática mucho más profunda: la falta de controles efectivos tanto en rutas como en fronteras. La situación en Misiones, una provincia que limita con Paraguay y Brasil, está lejos de estar bajo control. La creciente actividad contrabandista, que abarca desde cigarrillos hasta marihuana, ha desbordado las capacidades de las fuerzas de seguridad. Apenas días atrás, en Eldorado, un intercambio de disparos entre efectivos de Prefectura y contrabandistas paraguayos demostró que el problema no se limita a las rutas, sino que se extiende también a las costas del Paraná.
El aumento de incidentes mortales y la impunidad con la que operan los contrabandistas plantean un escenario que recuerda a la grave crisis de seguridad que vive Rosario. Si no se actúa con urgencia, Misiones podría seguir ese camino. Las autoridades provinciales y nacionales deben dejar de lado los debates políticos estériles y centrarse en la verdadera amenaza que enfrenta la provincia: un contrabando fuera de control, que cobra vidas, destruye familias y siembra la inseguridad en cada esquina.
No es suficiente hablar de seguridad cuando solo se enfoca en delitos menores o se centra en casos específicos como el de los hermanos Kiczka (pedofilia) o las investigaciones de sedición (policial). El contrabando es un problema que debe ser atacado con fuerza y decisión, reforzando los controles fronterizos, mejorando los operativos en las rutas y protegiendo a los ciudadanos que hoy, lamentablemente, ven cómo la violencia del tráfico ilegal se cobra nuevas víctimas. Es hora de que el Estado intervenga de manera seria y contundente, antes de que la situación sea irreparable.
César Mario Rivas *