La ciudad de Eldorado atraviesa un momento crítico en términos de seguridad. Los hechos delictivos, que se repiten de manera constante y cada vez más violentos, tienen a los vecinos aterrados y profundamente preocupados. Desde la trágica muerte del maestro Hugo Samudio, la sensación de inseguridad ha ido en aumento, mientras que las promesas de soluciones parecen desvanecerse con el tiempo. Las cámaras de seguridad, que deberían ofrecer una protección adicional, no están operativas, y las «entraderas» se han convertido en una práctica común.
A esto se suman los robos de motos, que han pasado de ser una noticia aislada a un lamentable suceso diario. Los robos calificados, (circulan en la vía Pública armados y dispuestos a atacar, herir, hurtar y lesionar a las víctimas vecinos de Eldorado) perpetrados por grupos de delincuentes encapuchados que actúan con extrema violencia, también se han multiplicado. Y no solo los ciudadanos comunes son víctimas: los trabajadores de distribuidoras de mercadería también son blanco de los ladrones, mientras que los robos callejeros continúan ocurriendo sin cesar.
Un hecho que sigue dejando huellas profundas en la comunidad es el asesinato del policía Mauricio Miñarro, ocurrido a fines del año pasado, cuyo caso sigue sin esclarecerse a pesar de haber pasado casi dos meses. La falta de cámaras de seguridad en el aeroclub también sorprende a quienes viven en la ciudad, sumando más incertidumbre a una situación ya de por sí alarmante.
Es urgente que las autoridades brinden una explicación clara sobre lo que está ocurriendo en Eldorado. Las comisiones de seguridad urbana, que se habían conformado con la promesa de trabajar en soluciones, han demostrado ser ineficaces hasta el momento. Existen expertos en seguridad que asesoran al Ejecutivo, pero sus esfuerzos parecen frustrantes, sin resultados tangibles en la lucha contra la delincuencia.
La participación ciudadana sigue siendo fundamental, pero no basta con el esfuerzo individual. Es necesario un compromiso real de las autoridades para enfrentar este flagelo. La comunidad de Eldorado no puede seguir viviendo con el temor constante. Necesitamos respuestas, soluciones concretas y, sobre todo, un cambio palpable en la seguridad de nuestra ciudad. La situación actual solo nos deja una sensación de derrota y desprotección.